Luciérnaga y mariposa.

Octubre llamó a mi puerta
con voz de niña inocente,
y yo no pude hacer otra cosa
que dejarla pasar.
Llegó hasta el último rincón
de mi alma sin querer
y sin buscar nada,
y lo terminó encontrando todo.

(No os miento, creo que aún ella no lo sabe).

Octubre ya no es inocente,
y tampoco es niña.

Hoy es mariposa porque vuela
bonita y frágil, muy frágil;
muy alto y muy, muy lejos.

Hoy es luciérnaga porque brilla
y luce más fuerte que nunca.

Sólo me queda darte las gracias, una y mil veces más.
Por enseñarme a crecer, fuera y dentro. Por ser la luciérnaga que iluminó mi vida y la mantuvo ardiendo, en llamas. Por hacer de tus brazos mi segunda casa, y de tus abrazos el mejor escondite posible. Por cuidarme cuando no te lo he pedido, o sí. Por estar siempre en las malas, y en las mejores. Por superar lo insuperable.

Gracias por ser, conmigo.